viernes, 23 de octubre de 2009

Cuentos de susto


El esqueletito perdió el SUSTO:
Esta es una historia de aquellas que pasan una vez en la vida por delante tuyo y nunca más, por más que las esperes y sentado e impaciente, no van a volver, al menos que alguien las escriba en un libro, para que todos la puedan disfrutar.
Pero como todavía esto no pasó vas a poder disfrutar esta historia en ningún otro lado. Así que si querés, escuchá que ahí empiezo, ahí va:

Quizás pasó hace mucho, tal vez no. Pero igual eso no importa mucho, lo que importa es lo que voy a decir ahora y se terminó, punto. Pasó que en un cementerio, que es donde viven muchos monstruos, como vampiros, hombres lobos, momias, esqueletos malolientes, zombis, entre otros. Hubo una convención. ¡Claro la convención de monstruos! En donde estos se la pasaban en grande, compraban lentes para tres, cuatro, cinco y diez ojos, camisas para seis, siete, ocho y once brazos. Compraban cremas babosas, olorosas y en mal estado (Puahjj), también cosas novedosas para asustar mejor a los humanos. En fin todo un verdadero asco, claro que para ellos no. También daban charlas, por lo general de como asustar mejor a los humanos, de cómo emplear los elementos de oferta recientemente comprados y de cómo ser un monstruito prodigio (Sólo para monstruos pequeños y en crecimiento.) De esto se hablaba en la mayoría de las convenciones, pero en la de este año, la número tres mil quinientos millones trescientos noventa y nueve, hubo otra charla que la ya programada, una muy distinta.

Resultaba que hacía unos pocos días el hijito de Doña Esqueletic y Don Esqueletitoc, había ido a la ciudad a espantar humanos, sin permiso. Todo iba ESTUPENDAMENTE, hasta que el esqueletito volvió a casa en donde sus padres lo notaron extraño, observaron durante cinco horas seguidas delante de una lámpara, y se dieron cuenta de que su hijo había perdido...
¡EL SUSTO! ....
Toda la convención de monstruos se desesperó al escuchar esto. Ya que gracias al susto todos en el cementerio podían asustar a los humanos, que era su trabajo y su entretenimiento favorito. Además si un monstruo pasaba más de una semana sin su SUSTO, podían llegar a convertirse en un humano, qué terrorífico!. Para que esto no suceda todos en la convención decidieron ayudar a Doña Esqueletic y a Don Esqueletitoc. Así que pusieron manos a la búsqueda y se vistieron con equipos súper modernos de color amarillo fluorescente, para que si uno se perdía en la ciudad de los humanos, se lo pueda encontrar fácilmente en la oscuridad. Luego cada monstruo se subió a un Taximonstruo diferente y partieron hacia su destino.


Apenas llegaron a la ciudad cada monstruo empezó a buscar en una calle o escondite diferente, cada uno con su lupa, su brújula y su mapa. Después de mucho buscar a un vampiro muy viejo, se le ocurrió ir a la embajada de los monstruos, más cercana al lugar en donde estaba. En embajada de monstruos, que estaba atendida por un zombi, que era amigo suyo, se guardan las cosas perdidas que parecen, pertenecerle a diferentes clases de monstruos. Como el zombi que la atiende es muy pulcro y ordenado tiene todas las cosas extraviadas, en transparentes folios de diferentes tamaños, a su vez estos folios los tiene en distintas cajas etiquetadas que dicen, por ejemplo: "Brazos derechos de zombis.", y así. Cuando nuestro amigo el vampiro llegó a la embajada y le preguntó a su amigo el zombi sobre el susto del esqueletito, éste le dijo:
_Sí, claro, a ver....-Y hurgó en una caja con una etiqueta que decía "SUSTOS"-Acá está, tomá- dijo agarrando el único SUSTO que había y le extendió un folio.
Cuando la búsqueda finalizó, todos los monstruos volvieron al cementerio, con las manos vacías, excepto el vampiro viejo y sabio, al cual luego de colocarle nuevamente el SUSTO al esqueletito, coronaron con una corona de huesos viejos y podridos "Héroe máximo en las búsquedas de SUSTOS de esqueletos"

Y… este... Chapulín Colorado este cuento se ha.. ENCONTRADO!
Fin!


CUENTO

MAR DEL PLATA , ARGENTINA
EMILIA ORIANA POZZONI AGUSTI
10 años


Tres enamorados miedosos, cuento maya

Vivía en un pueblo una muchacha muy bonita: tan bonita, que tres hermanos comenzaron a enamorarla. Ella los oyó a los tres y no sabía cómo decirles que no sin que se pelearan. Esto fue lo que se le ocurrió al fin:
Llegó el mayor a declararle su amor.

-¿De veras me quieres tanto?- preguntó.
-Ay niña, Tanto te quiero, tanto, que haría cualquier cosa que pudieras.
- Bueno. ¿Irías a cuidar un muerto en el cementerio?
-Sí.
-Ven en la noche, el muerto estará listo, lo llevarás al camposanto.
-Bueno.

Al rato llegó a declararse el segundo hermano.
-Haría lo que me pidieras, para que supieras cuánto me gustas.
-¿De veras?
-Claro.
-Pues esta noche harás como si fueras muerto.
Aceptó y le tomaron las medidas para hacerle su caja.

El tercer hermano llegó más tarde.
-Ay, niña, eres mi amor. Haría por ti lo que me ordenaras.
-¿Harías de diablito?
-De lo que pidas y mandes.
Lo citó para la noche.

Cuando llegó el que iba a hacer de muerto, lo amortajaron y lo metieron al ataúd.
Al rato llegó el que debía cuidarlo: le dio cuatro cirios y lo mandó al panteón con el difunto a velarlo.
Al más chico lo vistieron con un traje cubierto de latas agujeradas. Cada lata llevaba una vela encendida dentro. Le pusieron cuernos. Salió lanzando destellos y chispas. Tintineaba al caminar.
-¿Y qué debo hacer? –preguntó.
-Ve al panteón y te pones a dar brincos.

Llegó al panteón y, aunque con miedo, comenzó a saltar.
-¡Ave María Santísima, qué es eso!- gritó el que estaba velando. Se echó a correr.
-¡Jam,un diablo!-gritó el muerto y escapó.
-¡Un muerto que corre!-gritaba el diablito al emprender la huída.
El primero volteaba y veía que lo perseguían. No paró hasta llegar a su casa. Se aventó a su hamaca.
El segundo, para escapar del diablo, se escondió en la misma hamaca.
El diablo, con el susto, ni vio que el muerto venía delante de él, se fue a encontrarlo en su mismísima hamaca.

Cuando se dieron cuenta de la broma y de su miedo, dejaron en paz la muchacha: ni la volvieron a ver; ni adiós le dijeron.

Libros del rincón de la SEP.

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