jueves, 28 de enero de 2010

Ellos te dan la vida





HERMOSA CANCION

A TODOS ELLOS






a los que viven si más censura,
a los que danzan las libertades,
a los que aprecias estas tierras,
a los que van con las verdades...
a los que se preocupan por los demás,
que no les importa dar más y más,
a los que muestran su corazón,
a los que muestran su corazon,
a los que siempre usan la razón,
s los que vioven con humildad sin
yugo sin ego sin encasillar,
a los que sufren la desigualdad,
a los que intentan volver a empezar...
a los que luchan junto a los miedos,
a los ahogan las desigualdades,
a los que unen diferentes mundos,
a los que invaden mil ansiedades,
a los que se preocupan por los demás,
que no les importa dar más y más,
a los que muestran su corazón
a los que siempre usan la razón...
a todos ellos por continuar,
de espaldas al odio que nos hace odiar,
nunca será en vano desesperar si hay nuevos
cimientos aún por levantar

miércoles, 27 de enero de 2010

Condorito

Chistes


















diferentes diseños de dibujos de caras y ojitos infanti


Para lograr caras graciosas, al confeccionar las caritas de niños o niñas, de muñecas, debe tenerse en cuenta que los ojos, nariz y boca, deben estar ubicados debajo de la mitad de la cara, y los ojos bastante separados entre si y con las pestañas largas.


Al realizar los ojos se debe dar mucha importancia a la dirección de la mirada.


Para dar mayor realce a las caritas se puede dar color a las mejillas y sobre la nariz y sobre este color pintar unas pecas.









Dibujos de labios, con la boca abierta o cerrada. Sin embargo, cuanto mas abierta esta la boca mas estirado será el labio, por lo tanto se debe dibujar los labios mas delgados si la boca esta completamente abierta



letras







martes, 26 de enero de 2010

jueves, 14 de enero de 2010

EFEMERIDES DEL MES DE FEBRERO














Gracias - de TarjetasZea.com

14 de Febrero


LA AMISTAD es una palabra capaz de salvar el mundo.
Amistad es aparecer justo cuando se necesita.
Es llamar por teléfono sin motivo alguno, para ver como estas.
Es caer a la casa a la hora menos esperada, el día menos pensado; con una flor, con un libro, con un beso, con una sonrisa.
Es dar sin medir y sin esperar recompensa.
Es mirar a los ojos con amor, sin malicia ni temor.
Amistad es un sentimiento que limita con el amor por el norte, la felicidad por el sur, la satisfacción por el occidente y la entrega por el oriente.
Una amistad tiene todo el tiempo para ti; te dice la verdad sin temor a perderte, te aprieta la mano sin temblar, y te pide perdón cuando te ofende, te aconseja y te pide consejo.
En la amistad nadie es mas que tú ni menos que tú.
Amigos hay pocos, pero hasta uno basta… si es auténtico.
La amistad no mide, no regatea, no pone plazos; la amistad es paciente, es austero, es abierto, no es egoísta.
Cuando tienes un amigo el universo es pequeño, los sueños se realizan, la alegría vive de fiesta.
Por una amistad hay que caminar hasta el fin del mundo, hay que esperar hasta el fin del tiempo.
La amistad no se compra con todo el oro del mundo.
Cuando los amigos se separan no se olvidan; se mantienen unidos porque en ellos siempre existe el deseo y la voluntad de estar al lado de la persona que quieres.
La amistad goza con los triunfos del otro y sufre con las angustias; no se puede fingir la amistad, porque es auténtica y sincera; la amistad distingue claramente entre las alabanzas y la adulación, el lenguaje preferido de la amistad es el silencio… muchas veces más elocuente que las palabras.
La amistad perdona y enseña a perdonar; la amistad olvida rápido lo malo y recuerda para siempre lo bueno.
En toda amistad se convive sin destruirse mutuamente; la amistad y el amor son un estado ideal en donde dos almas se entregan sin desintegrarse, sin perder nada de sí mismas.
La amistad es un motor que nos hace caminar por la vida con dulzura y optimismo.
La amistad y el amor son en el fondo un pedazo de Dios…
Dichosos los amigos, porque queriéndose… le encuentran sentido a la vida.

(Javier Montoya)


Un amigo es una persona con quien te atreves a ser tu mismo; él no quiere que sea mejor o peor.
Cuando tú estás con él, te sientes como si fueras un prisionero que acaba ser declarado inocente.
No tienes que estar tenso.
Puedes decir lo que piensas, mientras seas realmente tú el que comprende esas contradicciones en tu naturaleza, que lleva a otros a juzgarte mal.
Con él respiras libremente, puedes dejar salir tus pequeñas vanidades y envidias, odios y chispas malévolas, tus odeas abominables y absurdas y al mostrárselas a él, se pierden al disolverse en el blanco océano de su lealtad.
Lo mejor de todo es que puede estar callado con él, no importa, él te quiere.
Él es como el fuego que quema los huesos, él comprende…..
Tu puedes llorar con él, reír con él, rezar con él, a través de todo él te ve, te conoce y te quiere.
¿Un amigo? ¿Qué es un amigo? Sólo uno, repito, con el que te atreves a ser tú mismo…..

(Anónimo)

lunes, 11 de enero de 2010

MALTRATO INFANTIL





Una gran mayoría de padres que maltratan a sus hijos lo
hacen porque no encuentran alternativas de manejo
conductual, aquí se sugieren algunas opciones.

No disminuyas su autoestima.
Si lo agredís verbalmente, si lo insultás, la capacidad del niño para superar problemas se ve sumamente comprometida. Recordá que vos sos la máxima autoridad y tu palabra es la verdad absoluta, si vos le repetís muchas veces que es un
tonto, seguramente se convertirá en tonto.

Hacé hincapié en lo positivo.
Es muy común que el niño se porte bien la mayor parte del tiempo: sin embargo al no darnos problemas no percibimos su conducta. No es sino hasta los 30 segundos de mal comportamiento que nos percatamos de él, y sólo señalamos esto.

Enseñá con el ejemplo.
Si vos le pegás a un niño, él aprende que cuando se tienen problemas con los demás esto se resuelve a golpes.
Si mentimos, él aprende a mentir, si robamos, él aprende a robar, seamos congruentes entre lo que pedimos de él y la manera en que nosotros actuamos.

Pedí orientación o ayuda.
Escuelas para padres o lugares de consulta: hay una gran variedad de lugares en donde se imparten una serie de
charlas llamadas Escuela para Padres, preguntá en la escuela de tu hijo o contactá a alguna de las instituciones que mencionamos entre los recursos de ayuda en este sitio web.

Tratamiento específico
Como se mencionó anteriormente existe una serie de patologías específicas, tanto en el padre como en el niño,
que pueden derivar en situaciones de maltrato. En estas circunstancias es recomendable acudir a evaluación, pedir
al pediatra o médico familiar que recomiende un psiquiatra o psicólogo que pueda dar orientación y consejo para tratar el caso.

Una persona fuera del núcleo del conflicto, alguien que no está involucrado en nuestro diario vivir, tiene una perspectiva
más clara para detectar el origen del problema, además de
que los especialistas en salud mental suelen manejar este
tipo de situaciones, y no emiten ni juicio ni crítica.

Y…….recordá que no sos la única persona que quiere y necesita mejorar la forma de trato hacia sus hijos y que experimenta los sentimientos que vos tenés. Solicitá orientación.

Es muy bueno que como padres podamos reflexionar sobre algunas cosas…..

Date tiempo para conocer a tu hijo.
Si conocemos mejor a nuestros niños adquiriremos estrategias mejores y más productivas para controlar las conductas negativas. Esto, por supuesto requiere dedicación de nuestro tiempo y empeño.

El niño que todos llevamos dentro.
Una de las formas mas usuales en que se inicia el maltrato,
es cuando nos transformamos en niños, cuando se inicia una discusión entre padre e hijo, el motivo puede ser cualquiera, y el padre deja la posición de adulto.

Entonces se convierte en una pelea entre niños, en una pelea por el poder que seguramente desembocará en violencia y el niño grande (papá o mamá) van a ganar.

Si sentimos que esto nos sucede, debemos intentar mantener nuestra posición de adulto, somos papá o mamá.

Sin embargo, y no obstante lo dicho, en algunos momentos es conveniente y hasta deseable transformarnos en niños, cuando jugamos con ellos.

El poder convertirnos en niños y divertirnos con ellos es un buen modo de compartir tiempo con nuestros hijos y también así conocerlos mejor.

Hablá con tu hijo.
El diálogo permitirá que ambos intercambien sus impresiones, permitile sugerir alternativas en las sanciones.
Siempre recordá que los niños no podrán portarse bien todo el tiempo.

El niño es un ser capaz de pensar y actuar de acuerdo a los valores que vos le inculques, si le enseñás a resolver los problemas con agresividad, agresividad es lo que vos podés esperar.

Ajusta tus expectativas.
Como ya mencionamos los niños son individuos con características propias y preferencias especificas y es
importante tener en mente que son los padres quiénes tienen la responsabilidad de conocerlos, comprenderlos y ayudarlos a desarrollar sus potencialidades y posibilidades.

Patologías específicas.
En la sección anterior, se mencionaron patologías especificas como depresión y ansiedad en el niño, etc. Cada una de éstas tiene un tratamiento particular por lo que es recomendable
acudir a un especialista.

Existen diferentes especialistas que pueden ser consultados para los problemas específicos de cada familia: el psicólogo infantil, psiquiatra de niños, terapeuta familiar, consejero familiar o trabajadores sociales. Solicitá orientación !







CARTA A MI PAPI Y MAMI


Quiero que me oigas, sin juzgarme.
Quiero que opines, sin aconsejarme.
Quiero que confíes en mi, sin exigirme.
Quiero que me ayudes, sin intentar decidir por mi
Quiero que me cuides, sin anularme.
Quiero que me mires, sin proyectar tus cosas en mi.
Quiero que me abraces, sin asfixiarme.
Quiero que me animes, sin empujarme.
Quiero que me sostengas, sin hacerte cargo de mi.
Quiero que me protejas, sin mentiras.
Quiero que te acerques, sin invadirme.
Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten,
que las aceptes y no pretendas cambiarlas.
Quiero que sepas, que hoy,
hoy podés contar conmigo.
Sin condiciones.

EL ELEFANTE ENCADENADO

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enrome bestia hacia despliegue de su tamaño, peso y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas clavada a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye? Cuando tenía 5 o 6 años yo todavía en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: -Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta. Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde muy, muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía... Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree -pobre- que NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás... jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez...

EL BUSCADOR

Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como buscador un buscador es alguien que busca. No necesariamente es alguien que encuentra. Tampoco esa alguien que sabe lo que está buscando. Es simplemente para quien su vida es una búsqueda. Un día un buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó Kammir, a lo lejos. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadoras. La rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada… Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar. El buscador traspaso el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos eran los de un buscador, quizá por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción … “Abedul Tare, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días”. Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra. Era una lápida, sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar… Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado, también tenía una inscripción, se acercó a leerla decía “Llamar Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas”. El buscador se sintió terrible mente conmocionado. Este hermoso lugar, era un cementerio y cada piedra una lápida. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto, pero lo que lo contactó con el espanto, fue comprobar que, el que más tiempo había vivido, apenas sobrepasaba 11 años. Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar. El cuidador del cementerio pasaba por ahí y se acercó, lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.- No ningún familiar – dijo el buscador - ¿Qué pasa con este pueblo?, ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que lo ha obligado a construir un cementerio de chicos?. El anciano sonrió y dijo: -Puede usted serenarse, no hay tal maldición, lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré: cuando un joven cumple 15 años, sus padres le regalan una libreta, como esta que tengo aquí, colgando del cuello, y es tradición entre nosotros que, a partir de allí, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella: a la izquierda que fu lo disfrutado…, a la derecha, cuanto tiempo duró ese gozo. ¿ Conoció a su novia y se enamoró de ella? ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla?…¿Una semana?, dos?, ¿tres semanas y media?… Y después… la emoción del primer beso, ¿cuánto duró?, ¿El minuto y medio del beso?, ¿Dos días?, ¿Una semana? … ¿y el embarazo o el nacimiento del primer hijo? …, ¿y el casamiento de los amigos…?, ¿y el viaje más deseado…?, ¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano…?¿Cuánto duró el disfrutar de estas situaciones?… ¿horas?, ¿días?… Así vamos anotando en la libreta cada momento, cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido.

ANIMARSE A VOLAR

..Y cuando se hizo grande, su padre le dijo:
-Hijo mío, no todos nacen con alas. Y si bien es cierto que no tienes obligación de volar, opino que sería penoso que te limitaras a caminar teniendo las alas que el buen Dios te ha dado.
-Pero yo no sé volar – contestó el hijo.
-Ven – dijo el padre.
Lo tomó de la mano y caminando lo llevó al borde del abismo en la montaña.
-Ves hijo, este es el vacío. Cuando quieras podrás volar. Sólo debes pararte aquí, respirar profundo, y saltar al abismo. Una vez en el aire extenderás las alas y volarás...
El hijo dudó.
-¿Y si me caigo?
-Aunque te caigas no morirás, sólo algunos machucones que harán más fuerte para el siguiente intento –contestó el padre.
El hijo volvió al pueblo, a sus amigos, a sus pares, a sus compañeros con los que había caminado toda su vida.
Los más pequeños de mente dijeron:
-¿Estás loco?
-¿Para qué?
-Tu padre está delirando...
-¿Qué vas a buscar volando?
-¿Por qué no te dejas de pavadas?
-Y además, ¿quién necesita?
Los más lúcidos también sentían miedo:
-¿Será cierto?
-¿No será peligroso?
-¿Por qué no empiezas despacio?
-En todo casa, prueba tirarte desde una escalera.
-...O desde la copa de un árbol, pero... ¿desde la cima?
El joven escuchó el consejo de quienes lo querían.
Subió a la copa de un árbol y con coraje saltó...
Desplegó sus alas.
Las agitó en el aire con todas sus fuerzas... pero igual... se precipitó a tierra...
Con un gran chichón en la frente se cruzó con su padre:
-¡Me mentiste! No puedo volar. Probé, y ¡mira el golpe que me di!. No soy como tú. Misalas son de adorno... – lloriqueó.
-Hijo mío – dijo el padre – Para volar hay que crear el espacio de aire libre necesario para que las alas se desplieguen.
Es como tirarse en un paracaídas... necesitas cierta altura antes de saltar.
Para aprender a volar siempre hay que empezar corriendo un riesgo.
Si uno quiere correr riesgos, lo mejor será resignarse y seguir caminando como siempre.

El hombre bueno y el hombre malo [Cuento folclórico ruso. Texto completo] Alekandr Nikoalevich Afanasiev


Una vez hablaban entre sí dos campesinos pobres; uno de ellos vivía a fuerza de mentiras, y cuando se le presentaba la ocasión de robar algo no la desperdiciaba nunca; en cambio, el otro, temeroso de Dios y de estrecha conciencia, se esforzaba por vivir con el modesto fruto de su honrado trabajo. En su conversación, empezaron a discutir; el primero quería convencer al otro de que se vive mucho mejor atendiendo sólo a la propia conveniencia, sin pararse en delito más o menos; pero el otro le refutaba, diciendo:

-De ese modo no se puede vivir siempre; tarde o temprano llega el castigo. Es mejor vivir honradamente aunque se padezca miseria.

Discutieron mucho, pues ninguno de los dos quería ceder en su opinión, y al fin decidieron ir por el camino real y preguntar su parecer a los que pasasen.

Iban andando cuando encontraron a un labrador que estaba labrando el campo; se acercaron a él y le dijeron:

-Dios te ayude, amigo. Dinos tu opinión acerca de una discusión que tenemos. ¿Cómo crees que hay que vivir, honradamente o inicuamente?

-Es imposible vivir honradamente -les contestó el campesino-; es más fácil vivir inicuamente. El hombre honrado no tiene camisa que ponerse, mientras que la iniquidad lleva botas de montar. Ya ven: nosotros los campesinos tenemos que trabajar todos los días para nuestro señor, y en cambio no tenemos tiempo para trabajar para nosotros mismos. Algunas veces tenemos que fingirnos enfermos para poder ir al bosque a coger la leña que nos hace falta, y aun esto hay que hacerlo de noche porque es cosa prohibida.

-Ya ves -dijo el Hombre Malo al Bueno-: mi opinión es la verdadera.

Continuaron el camino, anduvieron un rato y encontraron a un comerciante que iba en su trineo.

-Párate un momento y permítenos una pregunta: ¿Cómo es mejor vivir, honradamente o inicuamente?

-¡Oh amigos! Es difícil vivir honradamente; a nosotros los comerciantes nos engañan, y por ello tenemos que engañar también a los demás.

-¿Has oído? Por segunda vez me dan la razón -dijo el Hombre Malo al Bueno.

Al poco rato encontraron a un señor que iba sentado en su coche.

-Detente un minuto, señor. Danos tu opinión sobre nuestra disputa. ¿Cómo se debe vivir, honradamente o inicuamente?

-¡Vaya una pregunta! Claro está que inicuamente. ¿Dónde está la justicia? Al que pide justicia le dicen que es un picapleitos y lo destierran a Siberia.

-Ya ves -dijo el Hombre Malo al Bueno-: todos me dan la razón.

-No me convencen -contestó el Bueno-; hay que vivir como Dios manda; suceda lo que suceda no cambiaré de conducta.

Se fueron ambos en busca de trabajo, y durante mucho tiempo anduvieron juntos. El Malo sabía halagar a la gente y se las arreglaba muy bien; en todas partes le daban de comer y de beber sin cobrarle nada y hasta le proveían de pan en tal abundancia que siempre llevaba consigo una buena reserva. El Bueno, no poseyendo la habilidad de su compañero, era muy desgraciado, y sólo a fuerza de trabajar mucho conseguía un poco de agua y un pedazo de pan; pero estaba siempre contento a pesar de que su compañero no dejaba de burlarse de su inocencia.

Un día, mientras caminaban por la carretera, el Bueno sintió gran hambre y dijo a su compañero:

-Dame un pedacito de pan.

-¿Qué me darás por él? -le preguntó el Malo.

-Pídeme lo que quieras.

-Bueno, te quitaré un ojo.

Y como el Bueno tenía mucha hambre, consintió; el Malo le quitó un ojo y le dio un pedacito de pan. Siguieron andando, y al cabo de un buen rato el Bueno tuvo otra vez hambre y pidió al Malo que le diese otro poco de pan; pero éste le dijo:

-Déjame sacarte el otro ojo.

-¡Oh amigo, ten compasión de mí! ¿Qué haré si me quedo ciego?

-¿Qué te importa? A ti te basta con ser bueno, mientras que yo vivo inicuamente.

¿Qué hacer? Era imposible resistir un hambre tan grande, y al fin el Bueno dijo:

-Quítame el otro ojo si no tomes la ira de Dios.

El Malo le vació el otro ojo, le dio un pedacito de pan y luego lo dejó en medio del camino, diciéndole:

-¿Crees que te voy a llevar siempre conmigo? ¡No era mala carga la que me echaba encima! ¡Adiós!

El ciego comió el pan y empezó a andar a tientas pensando en llegar a un pueblo cualquiera donde lo socorriesen. Anduvo, anduvo hasta que perdió el camino, y no sabiendo qué hacer empezó a rezar:

-¡Señor, no me abandones! Ten piedad de mí, que soy alma pecadora!

Rezó con mucho fervor, y de pronto oyó una voz misteriosa que le decía:

-Camina hacia tu derecha y llegarás a un bosque en el que hay una fuente, a la que te guiará el oído porque es muy ruidosa. Lávate los ojos con el agua de esa fuente y Dios te devolverá la vista. Entonces verás allí un roble enorme; súbete a él y aguarda la llegada de la noche.

El ciego torció a su derecha, llegó con gran dificultad al bosque, sus pies encontraron una vereda y siguió por ella, guiado por el rumor del agua, hasta llegar a la fuente. Cogió un poco de agua, y apenas se mojó las cuencas vacías de sus ojos recobró la vista. Miró alrededor suyo y vio un roble enorme, al pie del cual no crecía la hierba y la tierra estaba pisoteada; se subió por el roble hasta llegar a la cima, y escondiéndose entre las ramas se puso a aguardar que fuese de noche.

Cuando ya la noche era obscura vinieron volando los espíritus del mal, y sentándose al pie del roble empezaron a vanagloriarse de sus hazañas, contando dónde habían estado y en qué habían empleado el tiempo. Uno de los diablos dijo:

-He estado en el palacio de la hermosa zarevna. Hace ya diez años que estoy atormentándola; todos han intentado echarme del palacio, pero no logran realizarlo. Sólo me podrá echar de allí el que consiga una imagen de la Virgen Santísima que posee un rico comerciante.

Al amanecer, cuando los diablos se fueron volando por todas partes, el Hombre Bueno bajó del árbol y se fue a buscar al rico comerciante que tenía la imagen. Después de buscarlo bastante tiempo, lo encontró y le pidió trabajo, diciéndole:

-Trabajaré en tu casa un año entero sin que me des ningún jornal; pero al cabo del año dame la imagen que posees de la Santísima Virgen.

El comerciante aceptó el trato y el Hombre Bueno empezó a trabajar como jornalero, esforzándose en hacerlo todo lo mejor posible, sin descansar ni de día ni de noche, y al acabar el año pidió al comerciante que le pagase su cuenta; pero éste le dijo:

-Estoy contentísimo con tu trabajo, pero me da lástima darte la imagen; prefiero pagarte en dinero.

-No -contestó el campesino-. No necesito tu dinero; págame según convinimos.

-De ningún modo -exclamó el comerciante-; trabaja en mi casa un año más y entonces te daré la imagen.

No había más remedio que aceptar tal decisión, y el Hombre Bueno se quedó en casa del comerciante trabajando otro año. Al fin llegó el día de pagarle la cuenta; pero por segunda vez se negó el comerciante a darle la imagen.

-Prefiero recompensarte con dinero -le dijo-, y si insistes en recibir la imagen, quédate como jornalero un año más.

Como es difícil tener razón cuando se discute con un hombre rico y poderoso, el campesino tuvo que aceptar las condiciones propuestas; se quedó en casa del comerciante un año más, trabajando como jornalero con más celo aún que los anteriores. Acabado el tercer año, el comerciante tomó la imagen y se la entregó al campesino, diciéndole así:

-Tómala, hombre honrado, tómala, que bien ganada la tienes con tu trabajo. Vete con Dios.

El campesino cogió la imagen de la Santísima Virgen, se despidió del comerciante y se dirigió a la capital del reino, donde el espíritu del mal atormentaba a la hermosa zarevna. Anduvo largo tiempo, y por fin llegó y empezó a decir a los vecinos:

-Yo puedo curar a vuestra zarevna.

Inmediatamente lo llevaron al palacio del zar y le presentaron a la joven y enferma zarevna.

Una vez allí, pidió una fuente llena de agua clara y sumergió en ella por tres veces la imagen de la Santísima Virgen, entregó el agua a la zarevna y le ordenó que se lavase con ella. Apenas la enferma se puso a lavarse con el agua bendita, expulsó por la boca el espíritu del mal en forma de una burbuja; la enfermedad desapareció y la hermosa joven se puso sana, alegre y contenta.

El zar y la zarina se pusieron contentísimos, y en su júbilo no sabían con qué recompensar al médico: le proponían joyas, rentas y títulos nobiliarios, pero el Hombre Bueno contestó:

-No, no necesito nada.

Entonces la zarevna, entusiasmada, exclamó:

-Me casaré con él.

Consintió el zar y dispuso que se celebrase la boda con gran pompa y en medio de grandes festejos. Desde entonces el campesino Bueno vivió en palacio, llevando magníficos vestidos y comiendo en compañía del zar y de toda la familia real.

Transcurrido algún tiempo, el Hombre Bueno dijo al zar y la zarina:

-Permítanme ir a mi aldea; tengo allí a mi madre, que es una pobre viejecita, y quisiera verla.

El zar y la zarina aprobaron la idea; la zarevna quiso ir con él y se fueron juntos en un coche del zar, tirado por magníficos caballos.

En el camino tropezaron con el Hombre Malo. Al reconocerlo, el yerno del zar le habló así:

-Buenos días, compañero. ¿No me conoces? ¿No te acuerdas de cuando discutías conmigo sosteniendo que se obtiene más provecho viviendo inicuamente que trabajando honradamente?

El Hombre Malo quedó asombrado al ver que el Bueno era yerno del zar y que había recuperado los ojos que él le había quitado. Tuvo miedo, y no sabiendo qué decir, permaneció silencioso.

-No tengas miedo -le dijo el Hombre Bueno-; yo no guardo rencor nunca a nadie.

Y le contó todo: lo de la fuente maravillosa que le había hecho recobrar la vista, lo del enorme roble, sus trabajos en casa del comerciante, y por fin, su boda con la hermosa zarevna. El Hombre Malo escuchó todo con gran interés y decidió ir al bosque a buscar la fuente. «Quizá -pensó- pueda también encontrar allí mi suerte.»

Se dirigió al bosque, encontró la fuente maravillosa, se subió al enorme roble y esperó la llegada de la noche. A media noche vinieron volando los espíritus del mal y se sentaron al pie del árbol; pero percibiendo al Hombre Malo escondido entre las ramas, se precipitaron sobre él, lo arrastraron al suelo y lo despedazaron.

FIN

La princesita rana




En un reino muy lejano reinaban un zar y una zarina que tenían tres hijos. Los tres eran solteros, jóvenes y tan valientes que su valor y audacia eran envidiados por todos los hombres del país. El menor se llamaba el zarevich Iván.

Un día les dijo el zar:

-Queridos hijos: Tomad cada uno una flecha, tended vuestros fuertes arcos y disparadla al acaso, y dondequiera que caiga, allí iréis a escoger novia para casaros.

Lanzó su flecha el hermano mayor y cayó en el patio de un boyardo, frente al torreón donde vivían las mujeres; disparó la suya el segundo hermano y fue a caer en el patio de un comerciante, clavándose en la puerta principal, donde a la sazón se hallaba la hija, que era una joven hermosa. Soltó la flecha el hermano menor y cayó en un pantano sucio al lado de una rana.

El atribulado zarevich Iván dijo entonces a su padre:

-¿Cómo podré, padre mío, casarme con una rana? No creo que sea ésa la pareja que me esté destinada.

-¡Cásate -le contestó el zar-, puesto que tal ha sido tu suerte!

Y al poco tiempo se casaron los tres hermanos: el mayor, con la hija del boyardo; el segundo, con la hija del comerciante, e Iván, con la rana.

Algún tiempo después el zar les ordenó:

-Que vuestras mujeres me hagan, para la comida, un pan blanco y tierno.

Volvió a su palacio el zarevich Iván muy disgustado y pensativo.

-¡Kwa, kwa, Iván Zarevich! ¿Por qué estás tan triste? -le preguntó la Rana-. ¿Acaso te ha dicho tu padre algo desagradable o se ha enfadado contigo?

-¿Cómo quieres que no esté triste? Mi señor padre te ha mandado hacerle, para la comida, un pan blanco y tierno.

-¡No te apures, zarevich! Vete, acuéstate y duerme tranquilo. Por la mañana se es más sabio que por la noche -le dijo la Rana.

Acostose el zarevich y se durmió profundamente; entonces la Rana se quitó la piel y se transformó en una hermosa joven llamada la Sabia Basilisa, salió al patio y exclamó en alta voz:

-¡Criadas! ¡Preparadme un pan blanco y tierno como el que comía en casa de mi querido padre!

Por la mañana, cuando despertó el zarevich Iván, la Rana tenía ya el pan hecho, y era tan blanco y delicioso que no podía imaginarse nada igual. Por los lados estaba adornado con dibujos que representaban las poblaciones del reino, con sus palacios y sus iglesias.

El zarevich Iván presentó el pan al zar; éste quedó muy satisfecho y le dio las gracias; pero en seguida ordenó a sus tres hijos:

-Que vuestras mujeres me tejan en una sola noche una alfombra cada una.

Volvió el zarevich Iván muy triste a su palacio, y se dejó caer con gran desaliento en un sillón.

-¡Kwa, kwa, zarevich Iván! ¿Por qué estás tan triste? -le preguntó la Rana-. ¿Acaso te ha dicho tu padre algo desagradable o se ha enfadado contigo?

-¿Cómo quieres que no esté triste cuando mi señor padre te ha ordenado que tejas en una sola noche una alfombra de seda?

-¡No te apures, zarevich! Acuéstate y duerme tranquilo. Por la mañana se es más sabio que por la noche.

Acostose el zarevich y se durmió profundamente; entonces la Rana se quitó su piel y se transformó en la Sabia Basilisa; salió al patio y exclamó:

-¡Viento impetuoso! ¡Tráeme aquí la misma alfombra sobre la cual solía sentarme en casa de mi querido padre!

Por la mañana, cuando despertó Iván, la Rana tenía ya la alfombra tejida, y era tan maravillosa que es imposible imaginar nada semejante. Estaba adornada con oro y plata y tenía dibujos admirables.

Al recibirla el zar se quedó asombrado y dio las gracias a Iván; pero no contento con esto ordenó a sus tres hijos que se presentasen con sus mujeres ante él.

Otra vez volvió triste a su palacio Iván Zarevich; se dejó caer en un sillón y apoyó en su mano su cabeza.

-¡Kwa, kwa, zarevich Iván! ¿Por qué estás triste? ¿Acaso te ha dicho tu padre algo desagradable o se ha enfadado contigo?

-¿Cómo quieres que no esté triste? Mi señor padre me ha ordenado que te lleve conmigo ante él. ¿Cómo podré presentarte a ti?

-No te apures, zarevich. Ve tú solo a visitar al zar, que yo iré más tarde; en cuanto oigas truenos y veas temblar la tierra, diles a todos: «Es mi Rana, que viene en su cajita».

Iván se fue solo a palacio. Llegaron sus hermanos mayores con sus mujeres engalanadas, y al ver a Iván solo empezaron a burlarse de él, diciéndole:

-¿Cómo es que has venido sin tu mujer?

-¿Por qué no la has traído envuelta en un pañuelo mojado?

-¿Cómo hiciste para encontrar una novia tan hermosa?

-¿Tuviste que rondar por muchos pantanos?

De repente retumbó un trueno formidable, que hizo temblar todo el palacio; los convidados se asustaron y saltaron de sus asientos sin saber qué hacer; pero Iván les dijo:

-No tengáis miedo: es mi Rana, que viene en su cajita.

Llegó al palacio un carruaje dorado tirado por seis caballos, y de él se apeó la Sabia Basilisa, tan hermosísima, que sería imposible imaginar una belleza semejante. Acercose al zarevich Iván, se cogió a su brazo y se dirigió con él hacia la mesa, que estaba dispuesta para la comida. Todos los demás convidados se sentaron también a la mesa; bebieron, comieron y se divirtieron mucho durante la comida.

Basilisa la Sabia bebió un poquito de su vaso y el resto se lo echó en la manga izquierda; comió un poquito de cisne y los huesos los escondió en la manga derecha. Las mujeres de los hermanos de Iván, que sorprendieron estos manejos, hicieron lo mismo.

Más tarde, cuando Basilisa la Sabia se puso a bailar con su marido, sacudió su mano izquierda y se formó un lago; sacudió la derecha y aparecieron nadando en el agua unos preciosísimos cisnes blancos; el zar y sus convidados quedaron asombrados al ver tal milagro. Cuando se pusieron a bailar las otras dos nueras del zar quisieron imitar a Basilisa: sacudieron la mano izquierda y salpicaron con agua a los convidados; sacudieron la derecha y con un hueso dieron al zar un golpe en un ojo. El zar se enfadó y las expulsó de palacio.

Entretanto, Iván Zarevich, escogiendo un momento propicio, se fue corriendo a casa, buscó la piel de la Rana y, encontrándola, la quemó. Al volver Basilisa la Sabia buscó la piel, y al comprobar su desaparición quedó anonadada, se entristeció y dijo al zarevich:

-¡Oh Iván Zarevich! ¿Qué has hecho, desgraciado? Si hubieses aguardado un poquitín más habría sido tuya para siempre; pero ahora, ¡adiós! Búscame a mil leguas de aquí; antes de encontrarme tendrás que gastar andando tres pares de botas de hierro y comerte tres panes de hierro. Si no, no me encontrarás.

Y diciendo esto se transformó en un cisne blanco y salió volando por la ventana.

Iván Zarevich rompió en un llanto desconsolador, rezó, se puso unas botas de hierro y se marchó en busca de su mujer. Anduvo largo tiempo y al fin encontró a un viejecito que le preguntó:

-¡Valeroso joven! ¿Adónde vas y qué buscas?

El zarevich le contó su desdicha.

-¡Oh Iván Zarevich! -exclamó el viejo-. ¿Por qué quemaste la piel de la Rana? ¡Si no eras tú quien se la había puesto, no eras tú quien tenía que quitársela! El padre de Basilisa, al ver que ésta desde su nacimiento le excedía en astucia y sabiduría, se enfadó con ella y la condenó a vivir transformada en rana durante tres años. Aquí tienes una pelota -continuó-; tómala, tírala y síguela sin temor por donde vaya.

Iván Zarevich dio las gracias al anciano, tomó la pelota, la tiró y se fue siguiéndola.

Transcurrió mucho tiempo y al fin se acercó la pelota a una cabaña que estaba colocada sobre tres patas de gallina y giraba sobre ellas sin cesar. Iván Zarevich dijo:

-¡Cabaña, cabañita! ¡Ponte con la espalda hacia el bosque y con la puerta hacia mí!

La cabaña obedeció; el zarevich entró en ella y se encontró a la bruja Baba-Yaga, con sus piernas huesosas y su nariz que le colgaba hasta el pecho, ocupada en afilar sus dientes. Al oír entrar a Iván Zarevich gruñó y salió enfadada a su encuentro:

-¡Fiú, fiú! ¡Hasta ahora aquí ni se vio ni se olió a ningún hombre, y he aquí uno que se ha atrevido a presentarse delante de mí y a molestarme con su olor! ¡Ea, Iván Zarevich! ¿Por qué has venido?

-¡Oh tú, vieja bruja! En vez de gruñirme, harías mejor en darme de comer y de beber y ofrecerme un baño, y ya después de esto preguntarme por mis asuntos.

Baba-Yaga le dio de comer y de beber y le preparó el baño. Después de haberse bañado, el zarevich le contó que iba en busca de su mujer, Basilisa la Sabia.

-¡Oh cuánto has tardado en venir! Los primeros años se acordaba mucho de ti, pero ahora ya no te nombra nunca. Ve a casa de mi segunda hermana, pues ella está más enterada que yo de tu mujer.

Iván Zarevich se puso de nuevo en camino detrás de la pelota; anduvo, anduvo hasta que encontró ante sí otra cabaña, también sobre patas de gallina.

-¡Cabaña, cabañita! ¡Ponte como estabas antes, con la espalda hacia el bosque y con la puerta hacia mí! -dijo el zarevich.

La cabaña obedeció y se puso con la espalda hacia el bosque y con la puerta hacia Iván, quien penetró en ella y encontró a otra hermana Baba-Yaga sentada sobre sus piernas huesosas, la cual al verle exclamó:

-¡Fiú, fiú! ¡Hasta ahora por aquí nunca se vio ni se olió a ningún hombre, y he aquí uno que se ha atrevido a presentarse delante de mí y a molestarme con su olor! Qué, Iván Zarevich, ¿has venido a verme por tu voluntad o contra ella?

Iván Zarevich le contestó que más bien venía contra su voluntad.

-Voy -dijo- en busca de mi mujer, Basilisa la Sabia.

-¡Qué pena me das, Iván Zarevich! -le dijo entonces Baba-Yaga-. ¿Por qué has tardado tanto en venir? Basilisa la Sabia te ha olvidado por completo y quiere casarse con otro. Ahora vive en casa de mi hermana mayor, donde tienes que ir muy de prisa si quieres llegar a tiempo. Acuérdate del consejo que te doy: Cuando entres en la cabaña de Baba-Yaga, Basilisa la Sabia se transformará en un huso y mi hermana empezará a hilar unos finísimos hilos de oro que devanará sobre el huso; procura aprovechar algún momento propicio para robar el huso y luego rómpelo por la mitad, tira la punta detrás de ti y la otra mitad échala hacia delante, y entonces Basilisa la Sabia aparecerá ante tus ojos.

Iván Zarevich dio a Baba-Yaga las gracias por tan preciosos consejos y se dirigió otra vez tras la pelota.

No se sabe cuánto tiempo anduvo ni por qué tierras, pero rompió tres pares de botas de hierro en su largo camino y se comió tres panes de hierro.

Al fin llegó a una tercera cabaña, puesta, como las anteriores, sobre tres patas de gallina.

-¡Cabaña, cabañita! ¡Ponte con la espalda hacia el bosque y con la puerta hacia mí!

La cabaña le obedeció y el zarevich penetró en ella y encontró a la Baba-Yaga mayor sentada en un banco hilando, con el huso en la mano, hilos de oro; cuando hubo devanado todo el huso, lo metió en un cofre y cerró con llave. Iván Zarevich, aprovechando un descuido de la bruja, le robó la llave, abrió el cofrecito, sacó el huso y lo rompió por la mitad; la punta aguda la echó tras de sí y la otra mitad hacia delante, y en el mismo momento apareció ante él su mujer, Basilisa la Sabia.

-¡Hola, maridito mío! ¡Cuánto tiempo has tardado en venir! ¡Estaba ya dispuesta a casarme con otro!

Se cogieron de las manos, se sentaron en una alfombra volante y volaron hacia el reino de Iván.

Al cuarto día de viaje descendió la alfombra en el patio del palacio del zar. Éste acogió a su hijo y nuera con gran júbilo, hizo celebrar grandes fiestas, y antes de morir legó todo su reino a su querido hijo el zarevich Iván.


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